El 7 de julio, festividad de San Fermín, es el día grande de las fiestas. Al estallido del 6 sucede otro acto más multitudinario si cabe, aunque de muy diferente naturaleza y sobre todo querido y seguido por los pamploneses. Miles de personas, de blanco impecable, acompañan a la imagen del Santo, que recorre algunas calles del Casco Antiguo acompañado de las autoridades civiles y eclesiásticas. San Fermín sale por unas horas de su retiro en la iglesia de San Lorenzo y Pamplona le hace un pasillo de admiración, devoción y agradecimiento. Es el momento de la tradición.
La Procesión
El orden de los elementos de la Procesión es el siguiente:
- Gigantes y Cabezudos
- Cruz de San Lorenzo, Cruz Arzobispal
- Gremios de carpintería y labradores
- Hermandad de la Pasión, Congregación Mariana
- Clarineros y timbaleros, dantzaris y txistularis municipales
- Imagen del Santo
- Cabildo catedralicio
- Bandera de la ciudad
- Maceros
- Corporación
- Escolta de gala
- La Pamplonesa
San Fermín de Amiens fue un misionero cristiano. Es co-patrón de Navarra junto con San Francisco Javier y patrón de Lesaca y Amiens.
Nació en Pompaelo (la actual Pamplona) en el año 272. Hijo de un senador pagano, un alto funcionario de la administración romana que gobernó Pamplona en el siglo III. La predicación de san Honesto, conmovió a sus padres, quienes sin embargo no se convirtieron hasta oír a san Saturnino de Tolosa. El santo habría bautizado a Fermín y a sus padres en el lugar que hoy se llama popularmente pocico de San Cernin.
Bajo la tutela de Honesto el joven Fermín aprendió la religión y el arte de la prédica. A los 18 años fue enviado a Tolosa, donde sería ordenado. Tras predicar en Navarra, marchó a Francia, donde se asentó en Amiens. Habiendo organizado la construcción de la iglesia local, fue nombrado obispo a los 24 años. La oposición oficial a la doctrina cristiana le granjeó la cárcel, donde, tras negarse a cesar su prédica, fue torturado y decapitado a los 31 años. La leyenda urbana dice que el pañuelillo rojo al cuello significa la degollación, y en la parte religosa algo de razón tiene, ya que el rojo es el color del que se visten los sacerdotas para honrar a un santo que murió martir.
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